Monday 14 January 2013

Música, películas, emoción, opción.


 El cine, como es sabido, es una recopilación funcional y necesaria de muchas artes: tomó elementos de la música, del teatro, de la fotografía, de la literatura, etc. Y de la suma, más uno, modeló la particularidad de su cuerpo artístico. El montaje es su celular y su alma, aquel elemento que hace que la suma de todas sus partes no formen un monstruo tipo la criatura del Doctor Frankenstein, sino que sea un ser luminoso, único, no un adefesio de extremidades.


La música aportó muchísimo y hoy es indispensable, tanto que se ha formar una industria paralela a la del propio cine. Se venden bandas sonoras por separado y los compositores tienen tanto o más renombre que algunos directores. Aún así, la musicalización de muchas películas sigue siendo una opción, por lo menos en el cine en que el autor tiene mayor control de su obra.



Ingmar bergman, por ejemplo, escapaba mucho de la música incidental. Le interesaba más aquel instrumento que sonaba dentro del cuadro, en plena diégesis, y que comprometía a un personaje parte de los elementos del drama. La música era un personaje más; otros autores, más dentro de la industria más comercial (sin restarles mérito) utilizan los recursos musicales que la orquestación les puede entregar. La música suma muchísimo a la hora de reforzar una emoción. Es tan potente cuando se trata de comprometer al espectador con la escena y al drama que a veces es el elemento esencial el momento. Así, autores se han asociado a compositores que le resultan fetiches y han respaldado sus ideas con las ideas y sentimientos de aquel. Varios ejemplos: Spielberg/ John Williams, Tim Burton/Dany Elfman; Los hermanos Coen/ Carter Burwell, etc, etc, etc.


Y hay autores que simplemente optan por la música envasada como Tarantino, que aprovechando su gusto por la cultura pop de los setenta, metió en sus películas muy buenas canciones que, unidas a sus recicladas y potentes escenas, creaban un momento cinematográfico significativo, memorable, llena de esa emoción que sólo se siente en el cine.


La experimentación es rara, pero ha ocurrido, y el que más la ha llevado a su límite es Jean-Luc Godard. En su cine más clásico y en el posmoderno ha intentado buscar caminos nuevos. Ya sea a nivel de montaje como de uso el autor de la nueva ola supo darle una vuelta de tuerca a la materia musical y concretar experimentos que se transformaron, con los años y la maduración, en estilo...


En Chile, con el desarrollo de su industria, se ha adquirido consciencia de la importancia de la música y se la ha abierto las puertas a nuevos autores y nuevas temáticas musicales. Argentina y Brasil nos llevan ventaja porque, por supuesto, la tradición es más extensa y rica...

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