Después de que “La nana” ganara la competencia dramática en
Sundance, el festival de cine independiente número 1 del orbe, todos
pensamos que la cinta de Sebastián Silva con guión de Peirano,
sería la candidata ideal para representarnos en los Oscars...pero
no. El comité evaluador chileno, con una falta de criterio y visión
impresionante, la dejó afuera privilegiando la obra de Littin,
quizás, como un premio a su trayectoria.
¿Pensaba el jurado chileno que a la academia le iba a importar la
carrera de Miguel Littin, carrera que ya había pasado a mejor vida
hace varios años atrás?, ¿pensaban realmente eso?
Lo cierto es que a la academia de Hollywood le interesa más, hoy por
hoy, los directores emergentes los que, una vez ganando el oscar a la
mejor película extranjera, pueden ser reclutados por las grandes
productoras como un ejemplar más en su lista de realizadores
efectivos, artísticamente, pero sobre todo comercialmente.
Bueno, este año la cosa fue diferente: “No” fue la elegida.
Peirano se repite el plato como escritor, y el encargado de estar
tras las cámaras esta vez es Larraín, director de “Post mortem”
y “Tony Manero”, entre otras. El comité, con un criterio
diferente e igual (cosa que llega a inquietar), la eligió como
nuestra principal carta para ganarnos el Oscar a la mejor obra
extranjera por primera vez.
Lo más gratificante de todo esto es que “No”aparece en varias
listas como una de las favoritas, y se repite tanto en los rankings
de las cinco seleccionadas para el premio como en el de las virtuales
ganadoras. Por supuesto, la tarea de obtener la estatua calva será
durísima: podría llegar a competir con “Amour” de Michael
Haneke, que se llevó la palma de oro en la última versión del
Festival de Cannes y que ha aglomerado elogios y galardones alrededor
del mundo; aún así hay chances...
Que una película chilena se gane un oscar a la mejor cinta
extranjera sumaría a que nuestros autores y a que nuestro cine siga
siendo reconocido en el planeta. Ya hemos ganado Goyas, premios en
Sundance, premios en Berlín y en múltiples festivales con menos
nombre, aunque no menos importantes. La valorización de las
películas hechas en Chile no sólo trae más dinero y prestigio sino
que continúa pavimentando el camino para la concreción de nuestra
principal aspiración como país a nivel de cine expresivo y
comercial: una industria chilena.
Escúchanos Alfred Hitchcock te rogamos...
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