Robert McKee, el popular y elogiado teórico
del guión, analista de la historia narrativa dramática, explica es su libro “El
guión: sustancia, estructura, estilo y principios de la escritura de guiones”, la biblia del script audiovisual, ese que ha
sido escuela y guía de muchos de los más importantes autores cinematográficos contemporáneos,
que sólo existe una historia; que en esa gama interminables de narraciones, en
todos los formatos, en todas los estilos, existe solamente una historia.
Esta es: un personaje lleva una vida
completamente balanceada. De pronto, algo ocurre que desordena la estructura de
su existencia y produce que ese equilibrio con el que él o ella vive, se rompa;
y aquel o aquella vea su vida con un prisma de caos. Cuando esto ocurre, el
personaje concibe un objeto de deseo. Obtener este objeto de deseo le permitirá
devolver el balance a su existencia, y traer el orden a sus hechos vitales; la “paz”, la armonía. Entonces, el hombre o
mujer empieza una aventura que lo llevará a obtener ,o no, aquella cuestión que
le traerá de vuelta su vida tal como estaba…esta estructura, este orden
arquetípico, está presente en todas las historias que la humanidad ha
concebido; está presente en Shakespeare y está presente en la peor cinta de
televisión hecha alguna vez.
Aquel es un orden inconsciente. Esta
estructura, como decía, arquetípica, la llevamos integrada en nuestras ideas
desde que el hombre “creo” el pensamiento simbólico, por allá en las cavernas.
No es una fórmula, es la forma que nuestro cerebro ordena los hechos para que los
podamos entender, reconocer y, de todo lo que arrojen, aprender de ellos…el
gran fin del arte, es reconocernos en éste y lograr ser mejores seres humanos.
Repito: es nuestra forma de crecer.
Para que el cine siguiera madurando y
constituyéndose como arte, tal como hoy lo conocemos, en su forma definitiva,
los iniciadores, los genios creativos de principio del siglo XX, generaron una
forma, le dieron a las películas una estructura narrativa y visual. D. W.
Griffith, director de clásicos indiscutidos y polémicos, como “El nacimiento de
una nación” e “Intolerancia”, le regaló a los film un atributo estructural que
estuvo patente en toda su obra y que se extendió a las de otros autores, por
allá en las primeras décadas del siglo y en las que vendrían: el montaje
paralelo
¿Qué es el montaje paralelo?: dos fuerzas
antagónicas se crean en los primeros minutos de película; estas crecen y se
desarrolla por separado, nunca dejando de ser antagónicas; poco a poco se
producen señales que estas fuerzas se encontrarán en algún momento, hecho que
ocurre sólo en los últimos momentos de la cinta, ya sea en forma de pelea, en
forma de debate o en una forma concluyente; el hecho es que se encuentran y se
ven las caras y colisionan, produciendo el fin de los conflictos y un desenlace
posterior…
Esta forma que Griffith integró, Hollywood
la transformó en fórmula.
El cine Hollywoodense produce cientos de
películas anualmente; el 99% de ellas, poseen esta estructura. El peor
Hollywood, el de “Transformers” o el de las cintas de superhéroe, incluso el
Hollywood más creativo, como el “The dark Knight” o “inception”, utiliza esta fórmula,
este método, creado hace más de 100 años. He ahí el gran aporte de Griffith, y
es así como el cine de Los ángeles l0 prostituyó, la corrompió y la transformó
en fórmula comercial…Hollywood ha contado la misma película desde sus inicios…
Todas las películas cuentan una historia;
la hemos venido contando desde nuestros primeros tiempos, desde los albores de
la humanidad, desde que un hombre en una caverna le otorgó a un dibujo, hecho
en una pared de roca, un sentido sobrenatural, un sentido simbólico, y así su mente
dejó de ser práctica y con la única función de suplir sus necesidades
biológicas, y pasó a ser un creador, inventó a Dios y mitos y miles de
leyendas, creó las más magníficas historias de justicia y traición, como
“Hamlet” o grandes aventuras de integridad, honestidad e ideales, como “El
quijote de la mancha”, y así todo se transformó en industria y así nuestra
ficción creció, para bien y para mal. Sea como sea, hemos estado contando la
misma historia desde el inicio; la historia de nuestra existencia: perseguir
eso que nos hará feliz y devolverá a
nuestra existencia el sentido y el orden que debió tener.
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