Thursday 21 June 2012

Los “independientes” chilenos




En los días de la dictadura se hizo muy poco cine. Los films chilenos en esa época de represión, pocos recursos y nulo aporte de fondos nacionales, se enumeran con cuenta gotas. La mayoría de las producciones contaron con la colaboración de dinero extranjero y su estreno en cine era esporádico, extraño e incluso novedoso; llamaba la atención sólo porque una producción nacional entrara en la lista de los estrenos en las pocas salas de cine, todas de carácter individual y en rotativo: uno podía ver las cintas las veces que uno quisiera.
Cuando se recuperó la democracia, las nuevas autoridades comenzaron a retomar la cosecha de cultura y el vértigo que ésta tenía previo al golpe de estado. Se retomaron los fondos criollos para fomentar la producción cinematográfica “made in Chile” y se comenzó a rescatar el ambiente cultural que se respiraba antaño. Las películas chilenas volvieron a las salas, que se transformaron en multisalas, y la maquinaria de producción se activó…ya no era un evento novedoso ver cine chileno en la pantalla grande.
Hoy, poco a poco, se está formando una industria: hay cine “en serio”, se está realizando cine de género respetable y lo más importante, hay escala de calidad: podemos ver buen cine nacional  y bodrios, que es el primer síntoma de una institución industrial. Las nuevas tecnologías, el mayor acceso a cámaras semi profesionales con un look a 24 cuadros por segundo, la cadencia del cine, ha permitido a los cineastas de espíritu, hacer sus películas con el vuelto del pan, en su garaje, incluso con amigos, editándolas en su computador personal y con la posibilidad de exhibirlas en festivales.
Notorio es el trabajo de Miguel Ángel Vidaurre. Sus tres películas han tenido muy buena crítica y han sido vistas en todo el mundo. Ellas son: “Corazón secreto”, “Oscuro/iluminado” y “Limbus”; Vidaurre recoge el alma de David Lynch y mezcla el cine fantástico con ambientes extraños e infiernos personales.
José Luis Sepulveda tiene una sola película, “El pejesapo”, una cinta extraordinaria, que utiliza mecanismos del Mockumentary y narra ayudándose de la vida real, ficcionándola y haciéndola parte de la obra. La desconcertante mixtura entre vida real y narración lineal tradicional de ficción es deliciosa, y el espectador experimenta el shock cuando no sabe si aquella escena de sexo real en pantalla es parte del mundo irreal o parte de la vida, capturada por un Voyeur.
La lista sigue: Sebastián Lelio, Alejandro Fernández, Matías Bize, entre muchos más…
Esta respuesta “independiente” al “gran cine” que se exhibe, masivamente, en las multisalas, es una señal potente de que la industria chilena está tomando forma. Aquellos “indies” son la repuesta natural al cine basura que algunos autores chilenos han exhibido en las salas Hoyts, cinemark o cine mundo, y esta consecuencia autoral está formando, lenta e inevitablemente, el cine independiente chileno.

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