Monday 21 February 2011

VAMOS A PELEAR (LA)

Yo ya tengo mi favorita para llevarse el Óscar de este año.

Afortunadamente, he tenido acceso a la mayoría de las nominadas. El nivel es excelso. Hay variedad, hay particularidad, un muestrario disímil, pero transversalmente unido por su valor fílmico. Cintas como “Inception”, compartiendo tribuna, como una hermandad de seres, razas incongruentes, con “Toy story 3 “o “True grit”, pero, en mi interior, en mi sentido común de cinéfilo, hay una sola que me hizo click: “The fighter”.

Una profunda historia sociológica, sicológica, antropológica y humana, sobre gente común “rural” en los Estados Unidos; esos que los de la ciudad llaman redneck, y que la teoría popular ha calificado-casi despectivamente- como White trash people. En Chile serían gente de población, serían de La legua o del San miguel que se esconde, ese que permitimos que se esconda.

“The fighter” es la historia de dos hermanos. Un ex boxeador y uno actual. El primero, el hermano mayor, Christian Bale, sumergido en el abismo del crack, orgullo de su pueblo por haber, alguna vez, combatido por el título mundial con Sugar Ray Leonard, y haberlo tirado a la lona, aunque sólo una vez, sin ser una caída de knock out , y muy presumiblemente una resbalada accidental del campeón negro. El otro, el menor, un boxeador de esos que llaman “paquete”. Esos que son contratados para que otro, de mayor nivel, siga escalando en su emergente carrera, gracias a rivales de poca calaña como el que interpreta Mark Wahlberg.

Pero, si eso parece conflictivo, dramático, es solo la antesala que nos introduce a la lucha de manipulaciones sicológica y desamparo social que la película pretende develar como su fondo e idea controladora. Como manager, la madre de los peleadores, que empuja al hijo perdedor a enfrentar y dar en el gusto, con sus derrotas, a los boxeadores que lo contratan. Así, la señora seguirá manteniendo al resto de su familia: 7 desaliñadas hermanas que sólo viven de televisión y miserias hogareñas.

El hermano grande también saca provecho de su seguidor. Es adicto al crack, y necesita recursos para conseguirlo. De ahí, las ganancias que se obtenga gracias a los knock out de su hermano, le podrán ayudar a mantener su “estatus” de drogo sin salida. Todos ganan; el joven peleador pierde.

Nadie piensa en él, todos piensan en ellos. Lo incentivan a seguir con su patética carrera, por la conveniencia que eso les trae, pero absolutamente nadie en la familia, se detiene a mirar la dañada integridad del muchacho. Sin embargo, él ama a su clan, está dispuesto a seguir luchando por ellos, sin cuestionar nada. Vive de la sombra de su hermano, el héroe del lugar, y ve que nunca va conseguir lo que él obtuvo si sigue en este círculo vicioso.

El hermano cree, sincera y ciegamente, que posee una carrera de verdad como boxeador, y por eso sigue subiéndose al ring. Pero no puede verlo; no quiere, quizás…hasta que las cosas cambian. Conoce a una muchacha fuerte de espíritu, interpretada por Amy Adams, que le abre los ojos. El sheriff del pueblo, entrenador de boxeadores, también, que siempre lo ha querido sacar de su redes enfermizas, lo acoge y lo prepara, y así, su carrera empieza a perfilarse hacia la cima.
Una maravillosa historia de superación, en dónde el uso alegórico de los deportes como estructura de ascenso, nos permite observar de manera gráfica la evolución en la escala. Una película que muestra la América rechazada por Hollywood, que describe la vida de las pequeñas localidades gringas y su gente deprimida de recursos y alma. “Todo buen film, es un buen documental”, decía Jean-Claude Carrière, el guionista de Buñuel, y este aforismo es patente en “The fighter”; un ejemplo de que cuando nos unimos con amor: familia, parejas, vecinos, podemos tocar el cielo; podemos ser esos grandes que soñamos en pueblo chico.

Bronson

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