Tuesday 22 March 2011

La lucha por una industria

Hoy Jueves, 17 de marzo, es el día de estreno de una comedia romántica juvenil a la chilensis llamada “El limpia piscina”. Muy en la onda de las producciones de Nicolás López, sobre todo ese tipo de humor de niño cuico y en esa inmadurez fílmica de contenido y sensibilidad, este nuevo intento de irreverencia barata, se adjudicó una avalancha de críticas funestas y argumentos compuesto acerca de cómo NO se debe hacer cine.
“El limpia piscina” supera con creces a lo que Nicolás López propuso con sus cintas como una nueva vertiente, un nuevo escenario para el cine “fresco” de las nuevas generaciones. Sin embargo, los parámetros de esta medida que yo propongo no son evolutivos, sino más bien corrosivos. La comedia romántica estrenada hoy es ampliamente superior a lo hecho por López: lo supera en estupidez, patetismo, en nivel de vergüenza ajena y en ausencia estética. En un aspecto López aún no es birlado: sus películas son una porquería, pero hechas con presupuesto elevado.
Empero, todos estos fallidos intentos no son “tan malos”. Son absolutamente benéficos para que nuestro universo fílmico, compactado por sus propias limitaciones, se expanda desde un estado de producciones independientes autorales y de comedias sexuales picarescas, a uno que comience a tener forma de industria.
Para que exista industria, tiene que existir diversidad. Para que crezca y se desarrolle una industria, tiene que producirse mucho, y mucho de todo. Para que la industria se constituya como tal, tiene que hacerse tanto cine de autor para amantes de filmes más artísticos, como cine comercial para audiencias menos exigentes. La industria es un que-hacer diario de películas; es un devenir constante de ideas y propuestas que se concretan y desechan en favor de la prosperidad del cine nacional.
Cada vez que se hace una película mala como “El limpia piscina”, se sienta un precedente, se abre una puerta hacia una nueva arista, un nuevo brazo para nuestro incipiente Ganesh. Por eso es conveniente, lo digo así, “conveniente”, con un acento utilitario, que se sigan haciendo y haciendo películas; malas y buenas; y así agregar otro ladrillo al muro. Muy pronto esos cimientos pasarán al olvido, pero estarán ahí para que las próximas rocas que se coloquen encima puedan pisar más firme de lo que sus predecesoras lo hicieron.
Es así, únicamente, como logramos constituir un cine nacional a nivel de fabricación, temático, formal e ideológico, que exprese y que le cuente al mundo cómo somos los chilenos, cómo es el cine chileno, y así expandirnos comercial y humanamente. El hacer es tan importante como el ver y ver cine, algo que seguramente los cerebros detrás de “El limpia piscina” no practican. Entre agradecerles o no por su intento fallido, yo les digo, sí, gracias...

Bronson

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