El cine, como es sabido, es una recopilación funcional y necesaria
de muchas artes: tomó elementos de la música, del teatro, de la
fotografía, de la literatura, etc. Y de la suma, más uno, modeló
la particularidad de su cuerpo artístico. El montaje es su celular y
su alma, aquel elemento que hace que la suma de todas sus partes no
formen un monstruo tipo la criatura del Doctor Frankenstein, sino que
sea un ser luminoso, único, no un adefesio de extremidades.
La música aportó muchísimo y hoy es indispensable, tanto que se ha
formar una industria paralela a la del propio cine. Se venden bandas
sonoras por separado y los compositores tienen tanto o más renombre
que algunos directores. Aún así, la musicalización de muchas
películas sigue siendo una opción, por lo menos en el cine en que
el autor tiene mayor control de su obra.
Ingmar bergman, por ejemplo, escapaba mucho de la música incidental.
Le interesaba más aquel instrumento que sonaba dentro del cuadro, en
plena diégesis, y que comprometía a un personaje parte de los
elementos del drama. La música era un personaje más; otros autores,
más dentro de la industria más comercial (sin restarles mérito)
utilizan los recursos musicales que la orquestación les puede
entregar. La música suma muchísimo a la hora de reforzar una
emoción. Es tan potente cuando se trata de comprometer al espectador
con la escena y al drama que a veces es el elemento esencial el
momento. Así, autores se han asociado a compositores que le resultan
fetiches y han respaldado sus ideas con las ideas y sentimientos de
aquel. Varios ejemplos: Spielberg/ John Williams, Tim Burton/Dany
Elfman; Los hermanos Coen/ Carter Burwell, etc, etc, etc.
Y hay autores que simplemente optan por la música envasada como
Tarantino, que aprovechando su gusto por la cultura pop de los
setenta, metió en sus películas muy buenas canciones que, unidas a
sus recicladas y potentes escenas, creaban un momento cinematográfico
significativo, memorable, llena de esa emoción que sólo se siente
en el cine.
La experimentación es rara, pero ha ocurrido, y el que más la ha
llevado a su límite es Jean-Luc Godard. En su cine más clásico y
en el posmoderno ha intentado buscar caminos nuevos. Ya sea a nivel
de montaje como de uso el autor de la nueva ola supo darle una
vuelta de tuerca a la materia musical y concretar experimentos que se
transformaron, con los años y la maduración, en estilo...
En Chile, con el desarrollo de su industria, se ha adquirido
consciencia de la importancia de la música y se la ha abierto las
puertas a nuevos autores y nuevas temáticas musicales. Argentina y
Brasil nos llevan ventaja porque, por supuesto, la tradición es más
extensa y rica...
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